Diario de a bordo: Marrakech con niños.

Publicado el 27 marzo 2017

Marrakech, Marrakech nunca antes había sido tan pesada para hacer un viaje. Más de un año entero de insistencia me ha costado convencer a mi marido para ir a Marruecos con los niños.

Le parecía que era un destino «más de mayores» y desde el primer momento me dijo que vaya regalo les estábamos haciendo a nuestros hijos y es que no hay un lugar tan cerca de España que sea tan diferente a nuestro día a día y eso visto desde nuestros ojos es una maravilla pero desde las de un niño es una pasada.

Marrakech es perfecto para cambiar de aires ¡otro mundo!

MARRAKECH

Lo primero que os recomiendo es que tengáis los pasaportes en regla y que sino es así lo hagáis con tiempo ¡hay una lista de espera increíble! y grandes colas (para las familias numerosas el pasaporte es gratis si lleváis todos los papeles que piden).

Lo segundo es que lleguéis con bastante tiempo al aeropuerto. Es un vuelo que desde Madrid sale desde la satélite y hay que tomárselo con calma. Al despegar pero sobre todo al aterrizar porque el control de aduanas es eterno (dura más que el vuelo).

Dicho esto: ¡comenzamos!

Ha sido una semana llena de planes. Nuestro hotel estaba a las afueras de Marrakech en una zona que se llama El Palmeral con unas vistas al Atlas de caerte de espaldas y tranquilidad.

El kids club fundamental para viajar, ya que nos daba todos los días unos ratitos de desahogo de niños ;-). Ellos disfrutaban jugando con otros niños, haciendo actividades y nosotros leyendo, paseando, tomando un té y simplemente no haciendo nada.

Conseguir que los 5 estemos contentos no es fácil y ¡lo hemos conseguido!

Nuestro plan ha sido muy variado, por las mañanas tranquilos en el hotel y bañándonos en la piscina y por las tardes saliamos a La Medina a pasear entre sus callejuelas y empaparnos del mundo marroquí que tanto me gusta y tan diferente es al nuestro.

Fuimos a los jardínes de Majorelle. Un remanso de paz y de belleza alucinante. No me extraña que Yves Saint Lauren se viniera aquí grandes temporadas para inspirarse. Merece la pena ver la colección de cactus que tienen. Eso sí, os recomiendo coger un guía para ahorraros las colas que hay. Consejito de los buenos 😉

Y comer en La sultana en su terraza. Aunque hemos ido en invierno el clima es muy bueno durante el día y tuvimos que comer con sombreros de paja que nos dejaron. Mi padre decía que en Madrid estábamos a 6 grados y no me lo podía creer.

Y pasear por el zoco. Puedes echarle horas y horas y perderte entre todos los puestos. A mis hijos les encantaban las cajas de madera. Hay unas que tienen la llave escondida y tenían que encontrarla y otras de las que sale una serpiente (de mentira, claro).

Pararte a tomar un té verde mientras escuchas llamar a la oración es algo que hay que vivir porque es difícil de explicar. Otro mundo.

Y comer en La Famille. Este sitio me gustó especialmente. Un patio con tienda y comida vegetariana riquísima. Tanto que me compré el libro para hacer las recetas en casa. El baño una preciosidad y todo hecho con materiales básicos: ladrillos, madera y poco más.

Y de ahí pasear hacia el Palacio de la Bahia. Todas las veces que he ido a Marrakech he pensado lo mismo. Que alucinante es y que vida de contrastes. Del bullicio de la calle a la paz absoluta con sólo cruzar una puerta.

La Mamounia fue otras de nuestras visitas. Dicen que es uno de los hoteles más lujosos del mundo, pero no os preocupéis porque podréis entrar a caminar por sus 8 hectáreas de jardines y tomar algo sin problema. Nada más entrar te crees que eres Churchill (solía establecer su cuartel de invierno) y no te esperas que en el centro de Marrakech haya esos jardines. Un paseo de una tarde. Compramos luego un kaftan dentro de las tiendas del hotel para Alejandra que se va a poner muchísimo este verano ¡ya os lo enseñaré en Instagram!

Marrakech es un oasis de colores, aromas, música, sensaciones oraciones que hasta que no lo sientes no puedes hacerte una idea.

Y  continuamos el viaje con paradita para que santi y Ale se hicieran el tatuaje de Henna. No les podía hacer más ilusión. Ojo con la henna, hay una especial para niños que dura menos tiempo pero que no les hace daño a la piel.

Paseos interminables por el zoco. Podéis ir un millón de veces que siempre veréis cosas diferentes y miles que os llamarán la atención. Ah ese momento alfombras. Yo me las hubiera llevado todas sin mirar porque son maravillosas con unos colores alucinantes que te imaginas en cada rincón de tu casa. Ese momento regateo es parte de la vida marroquí y no te puedes perder.

Las pastelerías también son increíbles. De estilo francés con macarrons de todos los tipos y pasteles riquísimos. Nos desviamos un poco de la ruta y fuimos a la pastelería Patisserie Amandine que nos habían recomendado.

Mucho Cous-cous, pastelas, tajine son los alimentos que tomamos toda la semana. Los marroquíes comen super sano con mucha verdura así que yo encantada aunque los niños no tanto.

Y montar en camello. Yo soy bastante miedosa así que cuando me monté y vi que eso subía y subía hasta el infinito no me lo podía creer. Mis hijos encantados porque se creyeron al 100% que eran los ayudantes de los RR.MM.

Se acercaba el fin de nuestro viaje de casi una semana y decidimos ponerle la guinda con un tour en calesa por todo el centro. Viendo desde arriba el zoco mientras atardecía, sus gentes, el tumulto, esa paz y a la vez ese ruido de coches y caos imposible.

Marrakech nos vemos en breve seguro y esta vez nos espera un Riad maravilloso que pudimos conocer Abracadabra, en breve nos vemos de nuevo.

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3 Comentarios

  1. me encanta!!! ojalá pueda ir algun día.

  2. Me encantaría conocer Marruecos es uno de mis sueños ojala pueda ir algún día

  3. Que lindo ! Cual es el nombre del hotel donde se alojaron finalmente ? Gracias !!

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