Muchas diademas turbante de miles de colores y tejidos han conseguido que vuelva a mi niñez…os cuento mi historia.
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Cuando era pequeña muchos domingos me ponía con mi padre y su máquina Singer de maletín a coser en la cocina. Lo poníamos todo perdido de hilos que se nos pegaban a los calcetines y mientras mi padre cosía yo cambiaba los hilos de las canillas.
Hacíamos mochilas, estuches, neceseres, bolsitas para los zapatos…
Aun recuerdo que el primer día de colegio estrené un bolsito de piel donde metí un kleenex y una muñequita enana. Ese bolsito aun lo tengo guardado como oro en paño.
Recuerdo perfectamente este día, mi primer día de colegio con mi bolsito de piel nuevo cruzado (hecho la noche anterior) y un buen bocata en una mano.
Una temporada vendí neceseres con mi amiga Fátima. Ella tiene una familia enoooorme y las ventas se nos dieron muy bien 😉 y mi padre cose que te cose sin parar. Creo que los neceseres que no logramos vender se quedaron en Cuba estas Navidades, 25 años después. Bikinis, camisetas, bolsas…
En Cuba se quedaron muchos de nuestros recuerdos y muchas cosas materiales que acumulábamos. Esos neceseres que no llegué a vender y muchas cosas más.
No sabéis la ilusión de mis hijos. A cada casa que íbamos abrían una maleta y colocaban todo con mucho mimo. Llamábamos a nuestra casera, le hacíamos que se tapara los ojos y…¡sorpresa!
¿Sabéis lo que es ver una cara de felicidad? Pues eso ;-). No hemos echado en falta nada de lo que llevaban esas maletas.
Siempre trajinando, siempre dándole al coco…
Un día llevaba una mochila fluorescente con mil bolsillos como que al mes siguiente me pasaba a la bandolera de terciopelo verde. Siempre hemos vivido entre kilos y kilos de retales.
Con todo este orden que estoy haciendo aparecieron muchos pareos, trozos de telas que he ido comprando en viajes (Birmania, Cuba, Mauricio, Seychelles, Perú, Sudafrica, Marruecos…)
Los pareos de flores que compré en Seychelles y que no había terminado de colocar ¿Cuántos compré? que locura, que locura…rayas, topos, sedas y un montón de estampados.
Y…¿Qué hago yo con todo esto?
Y se me ocurrió volver a los viejos tiempos e idear algo que diera salida a las telas tan maravillosas que tenemos pero sobre todo ilusionar a mi padre sacando de nuevo la maquina de maletín.
Desde hace semanas mi padre viene a casa todas las tardes. Le enseña a hacer inventarios, cuanta tela necesita e incluso técnicas de venta ;-).
Además, se nos vuelven a pegar los hilos en los calcetines.
Mientras que mi padre corta telas y cose como si no hubiera un mañana, Alejandra lo coloca y yo ¡me dedico a la venta!!! La verdad es que me he puesto «un poco celosa» y no quiero que me dejen fuera de «su negocio». Avisados estáis, voy a ir con las diademas en el bolso a todas partes.
El resultado cientos de diademas (siempre se nos va de las manos la cosa). Este verano hicimos la primera pero…¿cómo no se me ocurrió hacer más? Seguramente…no era el momento.
Ahora tenemos que venderlas y que muchas personas lleven una de nuestras diademas turbante que están tan de moda. Son únicas y cosidas con amor, mucha ilusión y dedicación.
Una nueva locura para estos meses. Podéis quedar conmigo a tomar un café (ya sabéis lo que me gustan) y os las enseño o también las puedo enviar sin problema. Sólo tenéis que mandarme un mail a micestademimbre@gmail.com
En stories (en destacados) de mi cuenta de Instagram @unpocodecanela os voy a enseñar todos los colores que hemos hecho. El precio es de 4,5 euros. Son preciosas y…¡quedan genial!
Son diademas turbante tanto de adulto como de niño, de hecho la primera que hicimos fue para mi, pero la ilusión de hacerlo ha sido de mi padre y de mi hija.
ABUELO Y NIETA
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